El respeto se gana!!!

¿Como quieres que te vea con respeto, si no haces nada que merezca respeto?
Puede que hayas sido aquel por el que valía la pena luchar y enfrentar embates del extraño, pero bien conocido enemigo.
Ahora eres aquel que promete con sus palabras, y que sus acciones no dan plataforma sólida a las mismas. Ese espasmo displicente de incongruencia y falta de elocuencia motiva al serio análisis de tu perfil en un plano de posibilidades en tu futuro inmediato con panoramas de conformismo.
Merecida la cicatriz de guerra a aquel que pisa el campo de batalla con la sólida convicción de doblegar al enemigo; no tus claras intenciones de mostrar gallardía en campo de entrenamiento sin realmente tener la intención siquiera de enfrentar al masiosare.
Considera tus posibilidades mostrandolas al espejo y buscando un pequeño momento de lucidez fuera de la egolatría y el narcisismo que a veces limita la vista a los que son solo una figura de vapor sin masa ni volumen.
Te lo digo a ti, pues nuestra mística apela a la inteligencia del ser humano como persona, como ente y factor de cambio. Las esperanzas de aquel cuyos restos descansan en la Rotonda de los Ilustres recaen en las acciones que lleven a las personas alcanzar ese estatus de Seres Humanos. No desvirtuemos ese sentido y confundamos ese elemento, con la simple acción que no nos lleve al alcance del objetivo, y nos perdamos en la acción por la acción. Entender esa simple conjugación de vocablos nos dará la luz en el espejo para ver realmente lo que somos y lo que nos toca hacer.
Siempre que las personas se emplaza a la realización de una acción, rodean sus pensamientos en ello, y no ven en retrospectiva sus alcances y limitaciones. El dejar de lado lo que creemos para analizar lo que en realidad podemos es lo que nos ocupa en este manifiesto escrito en hoja de vidrio roto y letras de hiel.
Ofrecemos algo que nuestro interlocutor no recibe de manera positiva. Por el contrario, decrece el respeto que tenía a nuestra persona, con ojos de juzgador en la corte de un plano inclinado sin escalones.
Debemos saber donde estamos parados, y que representamos ante las personas que nos rodean. Pues son solo esas personas las que nos ayudarán a elevar nuestras palabras y acciones a un plano de liderazgo y visión compartida. Las decisiones que tomemos a partir de los embates de humildad son los perdigones de balas que nos hacen sangrar y coadyuvar a un entendimiento perspicaz de nuestra realidad. El amor propio es efímero si no esta respaldado por el amor de las personas que te rodean. La piel se hace gruesa cuando las puntas de las lanzas del enemigo se quedan sin filo.
Es fácil perdernos en un mar de posibilidades que otros ya han alcanzado. Pero el canto de las sirenas disfrazan los gritos de dolor de aquellos remeros que sudaron sangre para llegar a buen puerto. Los espejismos a veces dibujan un paraíso donde solo hay reflejos de lo que nuestra mente engañosamente  nos presenta como realidad. No te engañes pensando que al subirte al ring seras respetado como “subcampeón” sin haber lanzado un golpe. No creas que al subirte a una nave donde ya hay capitán, serás considerado como primer oficial. Las medallas deben estar acompañadas del respeto de tus compañeros y contrarios, si no es así, no hay honor en la victoria.
Buscar subir una montaña con la plena convicción de solo aparentar conquistarla, para recibir la empatía de haber alcanzado solo la falda; eso es deshonroso para ti como persona y para los demás como aquellos que dejaremos de respetarte por intentar vernos la cara de ingenuos.

¿Que tanto has demostrado serle útil a tu patria?
¿Que tanto has demostrado serle útil a tu comunidad?

Difícil la respuesta sin caer en narcisismo estúpido y opaco en sombras de egolatría.
Más difícil aún si de inmediato recapitulaste tus “sacrificios” llenando tu mente de satisfacciones, mientras tu espíritu se lamenta en deshonra.
Será difícil escribir el epitafio de aquel que tenga la convicción de ser retribuido, por la satisfacción personal de haber hecho lo suficiente. Por otro lado, faltara mármol en la tumba de aquel que haya muerto con la certeza de no haber hecho suficiente.

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