Responsabilidad Compartida
Por esta única
ocasión me propongo no escribir en estado mental de excitación, ni mucho menos
de amargura poética.
Más bien,
por el solo hecho de que el lector sostenga conmigo un momento de relajación, respiraciones
profundas y mentadas de madre en un plano zen de conciencia.
No
contento con lo anterior, y ya entrados en lo que nos ocupa; aquí les dejo lo
siguiente:
Es de
humanos equivocarse, y es de más humanos reconocerlo. Pero es de mucho más
humanos hacerle ver el error al que se equivoca, acompañado de un enfático “te
lo dije” y un cariñoso “como eres animal”.
Totalmente
de humanos.
Y es que no podemos dejar pasar ese momento de
tanta gloria que nos cubre de laureles y le deja ver al “masiosare” que
pertenece a una tribu selecta de entidades biológico-infecciosas, porque aunque
usted no me lo crea; eso se pega.
Nuestros
errores marcan el rumbo de nuestra definición como seres humanos, como personas
al fin. Pues son nuestros mas cercanos amigos, los que demuestran esa empatía tan
vestida de disfraz de noche de brujas al que llamamos “carrilla”. Porque: “lo
que chinga es la risita; ¿verdad compadre?”.
Eso es lo
que marca la abismal diferencia entre lo que ahora llaman “bulling”. En mi muy
personal punto de vista, esto se ha vuelto un tema sobre la mesa de discusión con
el nombre menos doloroso, pero en realidad, eso, eso es un catalogo abierto de
pruebas presentadas a una corte que quedo rebasada por un error de semántica y
malos preceptos definidos en un mar pseudo-conceptual.
Lo que
ahora vemos en las noticias son crímenes de odio. Asi con todas sus letras y lo
que el concepto en conjunto significa. Algo que solo se le tipifica en el sentido
de razas, ahora tiene alcances mucho mas amplios y con aristas sólidamente definidas.
Podemos crear un tipo penal claro y con plena sujeción a los derechos de las
victimas, sin dejar de lado las garantías individuales y la tan manoseada declaración
de los derechos humanos. Suena muy aberrante a los oídos técnicos de los
estudiosos del Derecho, pero de fondo; sabemos que este tema da para mucho
alboroto y mucho hacer responsables a los que no incluyen a primera persona
(Tu, El, Ustedes, Ellos).
Y si le
añadimos a lo anterior, que la responsabilidad le saca la vuelta al que ejecuta
las acciones criminales, pues nos volvemos a topar con el paradigma de que “la educación
viene de la casa”. Pues otra vez nos vemos en un circulo, que mas que vicioso,
es un circulo cuyo diámetro abarca a las manchas urbanas mas pobladas. Y de ahí
viene mi reflexión:
El respeto
por la vida se ha depreciado a tal grado, que los que menos tienen, son los que
mas respetan lo que el mundo les puede dar. Y los que mas tienen, solo esperan
que el mundo les de lo que se les debe. El análisis de las premisas anteriores
da como resultado el comprendimiento de lo que socialmente estamos
predestinados a afrontar conforme mas avanza la diferenciación de las clases económicas
(notese que no utilice el termino “clases sociales”. Ese es tema para otra ocasión).
Sin
sustento de lo anterior, mas que el sentido de la observación del que suscribe;
opto por desestimar las acciones en pro de minimizar el efecto del famoso y muy
mexicanizado “bulling”, pues al no saber que es lo que los gringos definen como
tal; la traducción puede dejar de lado elementos de esencia que lleven a una
clara definición de la problemática.
Otro
elemento que dejamos al no saber y desconocer, es que nos enfocamos en las
escuelas, donde no preferentemente llegan a explotarse estas acciones con fines
públicos, y si el foco principal se prendio en las escuelas, pues algo se nos
esta escapando de las manos y no podemos dejar que el sentido de ser hijos del
papa gobierno, nos lleven a dejar que las medidas de corrección sean
transportadas en las carabelas de Colon convertidas en telenovelas y tragicomedias.
El Ser humano debe de transmitir en la figura de Abuelos, Tios, Sobrinos,
Vecinos y/o cualquier otra figura cercana a los nuevos vastagos que solo
consumen información a través de pantallas de led, lcd y plasma, que en su
sangre llevan ceros y unos.
Un ser
humano consiente de su estatus como tal, no tiende a despreciar a otro ser
humano por considerarlo inferior o blanco de descarga de frustraciones psicológicas
individuales (a menos que esa persona este psiquiátricamente condicionada, pero
ese es otro tema).
Ojala y lo
que acaban de leer sea motivo de análisis y podamos establecer una elocuente discusión
que aporte algo y no quede en un reclamo a entidades que no podrán prevenir en
su afán de corrección.
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